el Hombre es un ser fundado sobre la Esperanza, que no vive sino de la Esperanza, ni tiene otra ventura sobre la Tierra que la Esperanza;
la Esperanza es una fuerza más grande que la Fé, de la cual es una forma;
sin la Esperanza, la Vida sería menos que un camino en la Noche: sería una Peregrinación en el Caos;
no apaguéis ese divino Sol en las conciencias; ¿qué quedaría sobre el cielo de las almas?
el hombre puede resignarse a vivir sin la Ventura, pero no sin la Esperanza;
¡dejemos al Hombre la Esperanza!
ella no alcanzará a salvarlo, pero alcanza siquiera a consolarlo; y el Consuelo es una Misericordia-ultrajante, como todas las misericordias del Destino —pero ¿a qué rebelarnos contra ellas, si no hay otras?
solo hay una cosa que consuela de la eternidad del Dolor y es la eternidad de la Esperanza;
los hombres, —que han creado a Dios— y creen en él, pueden hallar un refugio a su ilusión, a la sombra invisible de sus alas;
los que ya no creemos en nada, fuera del circulo de la Realidad que nos estrecha, ¿a dónde hallar un abrigo a nuestra Esperanza, en este naufragio absoluto de los dioses y de los hombres?
¿en dónde?
en el seno augusto de la Verdad;
la Verdad, como la lanza de Aquiles, cura las heridas que hace; La Verdad es el alma de la Historia, y se exhala de ella como un perfume;
vivamos en la Verdad;
y, digamos la Verdad;
la Verdad salva.