Grandes hitos
de la ciencia fascista

Los genes comunistas...

En 1938, el profesor Antonio Vallejo Nájera, coronel jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de Franco, inició una investigación de importancia capital para la historia de la biología. Realizando experimentos con los presos republicanos recluídos en los campos de concentración franquistas, el profesor Vallejo Nájera intentó determinar lo que él mismo llamó el Biopsiquismo del Fanatismo Marxista , es decir "las relaciones que pueden existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político-democrático-comunista" .

La investigación duró varios meses. Centenares de presos fueron examinados, analizados, estudiados de cerca e incluso por dentro. Algunos agentes de la Gestapo alemana colaboraron en esta tarea científica. El profesor Vallejo Nájera logró establecer la existencia de una "relación entre determinada personalidad biopsíquica y la predisposición constitucional al marxismo" , así como " la presencia de psicópatas antisociales en las masas marxistas" . Más aún, pudo medir, siempre con ayuda de la Gestapo, "la alta incidencia del fanatismo marxista en los inferiores mentales" .

Perfectamente en concordancia con estos descubrimientos, el ilustre psiquiatra explicó la enorme participación de las mujeres en las filas de la República, ya que, a causa de "su debilidad mental" , ampliamente demostrada por la biología fascista, "el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal" . Es importante aquí anotar que, en cambio, el psiquismo fascista tiene puntos de contacto con algunas variantes particularmente estúpidas del psiquismo mineral.

Muy propensos a sufrir el contagio de la psicopatología marxista son los vascos, según este brillante científico, porque en ellos se produce "el curioso fenómeno del fanatismo político unido al religioso" , y los catalanes, porque en su fisiología "se unen el fanatismo marxista y el antiespañol" , ambos muy peligrosos. Los voluntarios extranjeros de las Brigadas Internacionales aparecen en este estudio como infra-humanos que ni siquiera responden a un tratamiento rehabilitador. En resumen, el profesor Vallejo Nájera pudo definir científicamente a los revolucionarios sociales como "esquizoides místicos políticos que... propenden, en cierto modo congénitamente, a trastocar el orden social" .

Cuando yo leí esta historia (El País, 07-01-1996, suplemento del Domingo), me sentí muy emocionado. Porque mi papá fue comunista toda su vida, y entonces, claro, yo debo tener todos mis genes muy rojos y todos en forma de hoz y martillo. Y leyendo esta historia recordé que en la década de 1950, en plena Guerra Fría, los representantes municipales de una gran ciudad norteamericana resolvieron poner filtros especiales en el acueducto local, para impedir la propagación de "bacilos y microbios comunistas" que, se suponía, los agentes de Moscú habían regado en todo el sistema de agua potable.

... los genes ladrones...

Y recordé también que hace muy poco en Suecia, país encantador, una señora Ministra, muy liberal ella, declaró muy suelta de cuerpo que los refugiados kosovo-albaneses sufrían de una predisposición genérica al robo, el hurto y la delincuencia menor. "Ese pueblo tiene una inclinación cultural hacia el robo" , dijo la dulce dama, y en su tumba se revolvieron de placer Goebbels, el profesor Vallejo Nájera y los cazadores de bacilos comunistas de todas las épocas. O sea: hay pueblos honrados (éste de Suecia, sin incluir a los inmigrantes) y pueblos ladrones (el kosovo-albanés, para no ir más lejos).

Tanto revuelo causó esta sincera declaración de la ministra, que incluso la obligaron a pedir disculpas. Sus inteligentes consejeros le aconsejaron que a la primera oportunidad viajara al barrio de Rinkeby, el Harlem Sueco , ese pintoresco pedazo del Tercer Mundo enclavado en el corazón de Estocolmo, y tratara de mostrar que ella no era racista. Es más: le aconsejaron que se vistiera apropiadamente, es decir, un poco al estilo del Tercer Mundo. Así lo hizo, según su buen saber y entender, guiándose al parecer por los lugares que ha visitado en sus viajes de vacaciones. Llegó, pues, a Rinkeby, como dijera el tango,

En verdad os digo, amigos míos, la pobre

Algún inmigrante insolente (que los hay) llegó a murmurar que ella se había disfrazado de "chorra" . Pero no cantó tango. Se mandó una canción gringa, en inglés, para ganar la simpatía de las masas de cabecitas negras. A todos los que estábamos ahí se nos revolucionaron los genes comunistas, los genes ladrones, los genes arrabaleros y los genes anti-gringos. Pero ella no se dió cuenta.

...los genes extranjeros...

Y recordando todo eso, me cae en la pantalla de la TV la noticia de que dos familias de turcos indeseables han sido expulsadas de Suecia. ¿Turcos? Entre los expulsados hay criaturas nacidas en Suecia. Niños nacidos en este país, que no conocen ningún otro país, y que llevan años yendo a la guardería y hablando sueco. ¡Ah, pero es que tienen los genes extranjeros ! ¡Y los genes extranjeros, mis amigos, son peores que los genes comunistas, son peores que los genes ladrones, porque los genes extranjeros son visibles! Y si no lo creen, amigos míos, mírense al espejo. Ese pelo negro es imperdonable. Esa narizota de árabe, ese bigote de turco, esas cejas tupidas y negras de gallego, esas patas chuecas de indio, esas horribles arrugas alrededor de la boca, que muestran que vienes de una cultura donde la gente se ríe, hace muecas, grita, gesticula, todo eso nos hace, a ustedes y a mí, y al espejo, culpables de extranjería, de inmigracionismo, de forasterismo, ¡usch, qué asco!, y esto es una enfermedad incurable. Estos genes no tienen arreglo.

...y los genes perfectos.

El fascismo, en cambio, como actitud ante la vida y ante el prójimo, no es ni puede ser un problema genético. No existe en toda la galaxia un sistema genético que pueda contener tanto cretinismo. No, el fascismo es algo que se aprende y hay que entrenarse constantemente para mantenerlo en forma. Hay que ejercitarse diariamente en el desprecio de los otros, de los demás. Hay que entrenar constantemente los ojos para verse a uno mismo como una maravilla incomparable y a los demás como excremento de perros, aunque la realidad le diga a uno otra cosa. Hay que convencerse a sí mismo de que uno es superior por naturaleza, y de que el resto del Universo es inferior por naturaleza.

Un ejemplo magnífico de los sacrificios y la disciplina que exige el arte de ser fascista, lo constituye la enorme colección de cráneos perfectos, arios puros, de raza superior, que se hizo en este país, Suecia, hace algunas décadas, para demostrar que la pureza más absoluta de la raza aria era la sueca. Los eminentes científicos que reunieron esta colección se basaron, naturalmente, en el único criterio que podían usar para calcular la perfección racial de los cráneos: sus medidas y su forma. No pudieron hacer evaluación alguna del contenido, porque los cráneos estaban absolutamente vacíos, como corresponde a todos los cráneos de raza superior. Y es de sospechar, según se deduce del anonimato absoluto de sus dueños, que también estaban vacíos cuando se hallaban con vida.

La ciencia fascista no admite reparos.

Ninguno de esos miserables hubiera podido jamás raparse la cabeza y mostrar el cráneo redondo, blanco, brillante, duro, impenetrable, vacío, seco, estéril, a prueba de ideas, en suma, perfecto, de los fascistas.

Afortunadamente.

C.V.
Estocolmo, 1996.