I- La Cucaracha y la Revolución
Breve historia de una canción famosa, contada con seriedad y objetiva
imparcialidad, para que los señores historiadores aprendan.
Dicen los biólogos que la cucaracha es el ser viviente más antiguo del planeta y le calculan la edad de mil trescientos millones de años, por lo bajo. Yo no sé exactamente cuántos años tengo, pero recuerdo que en mi tierna infancia mi mamá me aconsejaba andar alerta con los dinosaurios porque si uno de esos animalitos me ponía la pata encima, lo único que iba a quedar para contar el cuento sería una masa blancuzca y pegajosa. También debía esconderme de otros enemigos. El más temible era una especie de ratón, que nos cazaba para comernos con mucho placer. Este ratón, andando el tiempo, se volvió un primate que comía frutas pero seguía cazando cucarachas. Después de unos cuantos millones de años ese primate llegó a autodenominarse " ser humano " y ahora últimamente, desde hace unos 3.000 años, se le ha metido en la cabeza que las cucarachas somos asquerosas, cochinas y despreciables. Ahora no nos persigue para comernos, sino para hacer aspavientos de "decencia" y de "higiene". Seguramente piensa que así puede disimular el detallito de que fuimos uno de sus platos preferidos durante millones de años.
Pero hoy no les voy a hablar de los choques interculturales que han hecho tan difíciles las relaciones entre los humanos y las cucarachas. Me basta con que don Carlos Vidales me preste su ordenador para echar mis cuentos. Y por supuesto, que comparta conmigo su tequila. Si los humanos y las cucarachas viviéramos siempre en borrachera y jarana, estoy segura de que no tendríamos problemas de comunicación.
En esta crónica voy a tratar de emplear un idioma muy internacional y sobrio, porque don Carlos dice que no todos están obligados a comprender el dialecto mexicano. Pero dejo constancia de que mi lengua materna es el cuate-cuate de Chihuahua y que nomás apenas me den licencia les disparo unos albures muy retepadres, pa que no chinguen.
Hoy les voy a dar una clase magistral sobre una parienta mía llamada "La Cucaracha" . Pongan atención porque esto es un capítulo de cultura general que ningún sujeto medianamente civilizado puede ignorar.
"La Cucaracha" , canción tradicional cómica-satírica de origen hispánico, es horriblemente antigua. Francisco Rodríguez Marín, en su libro "Cantos populares españoles", publicado en 1883, recoge una versión de esta canción, con una letra compuesta en la época de las guerras contra los moros:
De la patillas de un moro
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
la infantería española.
Del pellejo del rey moro
tengo que hacer un sofá,
para que se siente en él
el Capitán General.
De las costillas de un moro
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España
y su ejército valiente.
El gran escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, en su libro La Quijotita y su prima , publicado en 1818, habla ya de la canción y dice quién la introdujo en México:
Un capitán de marina
que vino en una fragata
entre varios sonesitos
trajo el de "La Cucaracha".
Mientras en México continuaba esta comadre musical su propia evolución política, en España también se transformaba según las necesidades de las luchas sociales e institucionales. Durante las guerras carlistas, el pueblo de Asturias agregó a "La Cucaracha" estas patitas para que pudiera caminar mejor por esos montes guerrilleros (1871-1873):
Del pellejo de Amadeo
tengo que hacer una bota
para que Don Carlos lleve
el vino para su tropa.
De los huesos de Amadeo
tengo yo que hacer un puente
para que pase Don Carlos
con su partida valiente.
Entretanto, en México, cuando Napoleón III (El Tonto) organizó la intervención francesa para imponerle a los cuates un emperador austríaco (Maximiliano), las tropas patriotas mandadas en aquel momento por el general Porfirio Díaz le agregaron otra pata más a "La Cucaracha":
Con las barbas de Forey
voy a hacer un vaquerillo,
pa' ponérselo al caballo
del valiente don Porfirio.
En 1913 se produjo una verdadera revolución en la letra de "La Cucaracha". Muy natural, porque esto ocurrió durante la Revolución Mexicana. A la canción se le agregaron versos de escarnio contra el general Victoriano Huerta, viejo malandrín, rastrero, hipócrita, estrafalario, borracho, marihuanero, ridículo y malvado. Lo único bueno que se le podía reconocer en la vida era la excelente marihuana que fumaba de día y de noche. Tenía el uniforme con eternas manchas de grasa y de vino y despedía un olor a basura y a suciedad antigua, inmemorial. Sus bigotes eran lacios, con restos de comida vieja y olor a marihuana rancia. Por alguna razón que no me puedo imaginar, la gente le puso el apodo de La Cucaracha . Huerta caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque invariablemente se encontraba borracho. Pero cuando no andaba con sus tequilas puestas, caminaba tambaleándose de una manera grotesca porque además de las virtudes ya enumeradas era cojo y patituerto. Unos decían que Dios lo había querido perjudicar al crearlo porque sabía de antemano lo malvado que le iba a salir ese retoño. Otros afirmaban que el tipo se había vuelto malo para pagar todos los favorcitos que había recibido de Dios. Sea como fuere, Victoriano se las arregló para trepar hacia el poder dejando en el camino un reguero de cadáveres. Sus hazañas incluyeron el asesinato del Presidente Francisco I. Madero y la invitación que extendió a los gringos para que invadieran el territorio mexicano.
De la letra más generalmente cantada por las tropas revolucionarias, transcribo aquí algunos versos:
La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar;
porque no tiene, porque le falta
marihuana qué fumar.
Se debe recordar que Huerta fumaba marihuana y en esto por lo menos tenía buen gusto.
Ya murió la cucaracha
ya la llevan a enterrar,
entre cuatro zopilotes
y un ratón de sacristán.
Un panadero fue a misa,
no encontrando qué rezar,
le pidió a la Virgen pura
marihuana pa' fumar.
Nueva alusión a Huerta, y lo de "panadero" tiene que ver con sus amasijos políticos.
Pero la Revolución Mexicana fue un movimiento de facciones y, como es lógico, cada facción tuvo su propia variante de "La Cucaracha". Hubo Cucarachas villistas, zapatistas, carrancistas y, en algún momento, incluso huertistas. Por ejemplo, antes de la Convención de Aguascalientes (1914-1915), todavía creían los partidarios de Huerta que podían destruir las fuerzas de Carranza y por eso cantaban así su propia "Cucaracha":
Ya se van los carrancistas,
ya se van haciendo bola,
ya los chacales huertistas
se los trayen de la cola.
Sin embargo, como Huerta logró hacerse odiar de todos los mexicanos, las versiones de todas las tendencias incluyeron estrofas contra este sujeto tenebroso, traidor y cucarachudo.
Aquí van algunas estrofas zapatistas, que se cantaron mucho en el estado Morelos desde 1915 en adelante:
Oigan con gusto estos versos
escuchen con atención,
ya la pobre cucaracha
no consigue ni un tostón.
Todo se ha puesto muy caro
con esta Revolución,
venden la leche por onzas,
y por gramos el carbón.
Siguen decenas de estrofas, protestando contra la pobreza, la carestía de la vida, la especulación de los comerciantes y los privilegios de los grupos poderosos. Porque eso sí, los zapatistas de entonces, como los de ahora, siempre andaban protestando contra las injusticias sociales.
Cuando mi General Emiliano Zapata se peleó con Carranza, sus soldados le pusieron otras patas a "La Cucaracha":
De las barbas de Carranza
voy a hacerme un calabrote,
para amarrar el caballo
de mi general Coyote.
El "General Coyote" era el gran revolucionario zapatista Nabor Mendoza, valiente y parrandero, en cuyo honor compuso un corrido el poeta Celedonio Serrano Martínez, con el título de El Coyote, Corrido de la Revolución . Pero sigamos viendo la bronca zapatista contra Carranza:
La cucaracha, la cucaracha,
ya no quiere andar la danza,
porque no tiene, porque le faltan
los anteojos de Carranza.
Pero fue Francisco Villa, el gran Jefe del Norte, muy amigo y compadre mío, quien más enriqueció "La Cucaracha" con letras demoledoras contra sus enemigos. Son incontables las versiones villistas de esta canción. Algunos botones de muestra:
Con las barbas de Carranza
voy a hacer una toquilla
pa' ponérsela al sombrero
de su padre Pancho Villa.
Aquí don Venustiano Carranza no solamente aparecía como un "hijo de mala madre", sino además como uno de los muchísimos hijos naturales de Pancho Villa.
Una cosa me da risa:
Pancho Villa sin camisa;
ya se van los carrancistas
porque vienen los villistas.
Es decir: los carrancistas tienen miedo de Villa y de los villistas, aunque éstos anden semidesnudos, según la propaganda enemiga.
Pancho Villa era un entusiasta de la propaganda política musical. Les puedo contar que una de las canciones favoritas del caudillo era el corrido de "Las tres pelonas" (o sea, las tres calaveras), con letra especialmente adaptada a su gusto:
Estaban las tres pelonas
sentadas en una silla
y una a otra se decían
¡que viva Francisco Villa!
Este corrido, como la canción de "La Cucaracha", tenía estrofas villistas, zapatistas, carrancistas, urbinistas y obregonistas, según la conveniencia y la ocasión. Por ejemplo:
Estaban las tres pelonas
sentadas en un balcón
y una a otra se decían:
¡Que viva Alvaro Obregón!
O esta otra:
Estaban las tres pelonas
debajo de unos portales
gritando: ¡Viva Carranza,
padre de los federales!
Por supuesto, estas estrofas no se podían cantar en el campamento de mi general Pancho Villa, a menos que uno quisiera morir fusilado.
Fue tan grande el aporte villista a la letra de "La Cucaracha", que cuando Don Pancho Villa fue emboscado y asesinado (iba en su automóvil y fue prácticamente despedazado a balazos), un autor de corridos, Miguel N. Lira, dedicó estos versos al caudillo:
Pobre Pancho Villa...
fue muy triste su destino;
morir en una emboscada
a la mitad del camino.
Iba dejando Parral
manejando su carcacha,
el valiente general,
autor de la "La Cucaracha".
Por último: entre tantas versiones políticas, militares, guerrilleras, caudillescas, no podían faltar versiones de prostíbulos, burdelescas. En abril de 1914, la ciudad de Monterrey fue tomada por las tropas constitucionalistas del general Pablo González. En las fiestas y borracheras de la soldadesca, durante los días siguientes, exigió una noche el general que el pianista de un bar cantara "algo caliente, a la mexicana". Ese pianista era el periodista Rafael Sánchez Escobar, que se dedicaba al oficio de músico barato por no haber podido conseguir empleo en su profesión. Sánchez Escobar se acordó de "La Cucaracha" , que había aprendido en su tierra natal (Campeche), y comenzó a tocarla y cantarla agregándole estrofas picantes. El entusiasmo fue tan grande que la banda del ejército constitucionalista comenzó a tocar la pieza en los cuarteles y los soldados le agregaron estrofas de prostíbulo, tan desvergonzadas que ninguno de los autores que he consultado se ha atrevido a reproducirlas en sus obras. Así que ustedes tendrán que imaginarse esta parte pornográfica de mi historia cucarachosa. En cambio les ofrezco aquí una estrofa bastante inocente, porque yo no soy lujuriosa ni disoluta como la culebra Margarita:
Para sarapes, Saltillo;
Chihuahua para soldados;
para mujeres, Jalisco;
para amar, toditos lados.
Y ya se me acaba la cuerda. Si hoy les he contado esta historia cucarachosa, es solamente para que se hagan una idea de las cositas que cantamos don Carlos Vidales y yo cuando nos emborrachamos como buenos compadres, con mucho tequila, muchos corridos y mucha revolución. El burro Pantxo nos acompaña con entusiasmo y hay que oírlo cuando rebuzna el "Siete Leguas" o el "Corrido de Pancho Villa" , con las crines erizadas por la emoción.
Es de hacer notar que el poeta peruano don José Santos Chocano fue muy amigo de Pancho Villa y se mantuvo largo tiempo en el campamento de la Gran División del Norte, comiendo enchiladas gratis y gozando de los favores de una "soldadera" de ojos muy chulos que el general Villa le puso a su disposición. Y ya que estamos en plan de chisme, les cuento que entre don José Santos Chocano y el burro Pantxo se armó una vez una discusión muy tenaz acerca de la historia de la Conquista de América. El poeta Chocano era muy hispanista y el burro Pantxo, en cambio, siempre ha sido amigo de los indios y mestizos. Como resultado de esa disputa, Pantxo le dijo al poeta que era un colonialista ignorante y el poeta se vengó escribiendo un poema épico a los grandes méritos de los caballos de los conquistadores, sin mencionar a los burros ni para burlas.
Así se escribe la historia.
¡Ah! Y tengo que agregar que a mí me llaman Victoriana Huerta porque soy cucaracha. Uso el nombre con orgullo porque me lo puso mi general Francisco Villa. Pero mi nombre verdadero es Victoriana Blattaria Periplaneta Americana , y para ustedes, que son mis amigos, soy nada más que La Cuca .
Ahí nos estamos viendo, en cualquier cantina, para remojar los bigotes en tequila.
Victoriana