Fotografías con historia (5)
Sublevación de la Marina
(Chile, 1931)

Los aviones de Fuerza Aérea bombardean
a la marinería sublevada en la bahía de Coquimbo,
el día 6 de septiembre de 1931.


En julio de 1931, acosado por las inmensas protestas populares y por el fracaso de su gestión económica, cayó el régimen dictatorial del general Carlos Ibáñez del Campo. La gran crisis mundial de 1929 había golpeado a Chile tan brutalmente, que las exportaciones habían caído a cero. Las grandes movilizaciones de masas se alternaban con paros estudiantiles y de profesionales. El pueblo se enfrentaba en combates cada día más frecuentes de civiles contra la policía. Un fuerte movimiento civilista, caracterizado por la organización de Guardias Cívicas y Milicias Ciudadanas, señalaba la quiebra profunda de las instituciones del estado, que ya no era capaz de administrar el orden. Mientras la alianza de la oligarquía y las capas medias, muy agresiva y reaccionaria, amenazaba con la represión del movimiento popular, los trabajadores y sus partidos de izquierda se movilizaban en milicias. Ante la amenaza de la guerra civil, los carabineros (policía) son acuartelados y remplazados por el ejército.

En agosto, la organización de las Guardias Cívicas se extendía a todo el país. Adoptaron la estructura militar y sustituyeron al ejército en las funciones de orden público. Recibieronn el apoyo del gobierno, que era impotente para establecer el orden con sus propias fuerzas. Comenzaron así a generarse las condiciones de una confrontación entre la sociedad civil y las Fuerzas Armadas. Se agudizó la crisis económica y el gobierno tomó medidas draconianas de emergencia: los sueldos de los empleados públicos fueron reducidos a la mitad y en las calles se hacían colas larguísimas para tomar la sopa de los pobres, en las famosas "ollas comunes".

El día primero de septiembre estalló la sublevación de los suboficiales y más de 5.000 marineros de la Flota de Guerra, en los puertos militares de Coquimbo y Talcahuano. Dos días después, nada menos que 23 naves de guerra, encabezadas por el buque insignia de la Armada, el "Almirante Latorre", se hicieron a la mar mientras la marinería lanzaba al agua a sus oficiales, asumía el control de los navíos y establecía un Comité Revolucionario dirigido por un grupo de suboficiales despenseros y radiotelegrafistas.

El acorazado "Almirante Latorre", buque insignia de la Flota de Chile,
disponiéndose a salir hacia alta mar, inmediatamente después de haber
sido declarado sede del Estado Mayor de la marinería sublevada.

El gobierno inició de inmediato una movilización general para la represión de la marinería rebelde, que volvía a poner en primer plano la sombra de la "amenaza comunista". En efecto, la jefatura de la poderosa Confederación de Trabajadores de Chile, dirigida por el Partido Comunista, se trasladó en pleno a bordo del "Almirante Latorre" y desde allí proclamó su voluntad de luchar por la revolución proletaria y la instauración de un gobierno de la clase obrera.

Entre tanto, surgían graves fisuras en las Fuerzas Armadas, especialmente en la Fuerza Aérea. Un grupo de centro-derecha logró tomar el control momentáneo de la jefatura en esta arma, y pronto se decidió el bombardeo de las tripulaciones sublevadas, que fueron violentamente atacadas en la rada de Coquimbo, como lo muestra la fotografía que encabeza esta nota. Pilotos civiles voluntarios participaron en las operaciones de bombardeo, claro síntoma de un fuerte recrudecimiento de la reacción civilista.

Se produjo entonces un poderoso movimiento nacional hacia la unificación de las Guardias Cívicas. Pronto se dio paso a una transición de las Guardias Cívicas a las Milicias Republicanas, con armamento militar, uniformes y capacidad de combate. El ejército realizaba entretanto un reclutamiento general, sin impedir la acción de las Milicias Republicanas. La sociedad se polarizaba hora por hora y se vivía un clima de guerra civil.

Pero las fuerzas revolucionarias no pudieron reunir a su alrededor el apoyo necesario para la victoria. El Partido Comunista estaba solo, pues los numerosos grupos socialistas existentes todavía no constituían un partido, y no estaban dispuestos a apoyar un proyecto "soviético". Cada vez más aislados, y ante la amenaza de nuevos bombardeos, los marineros revolucionarios se rindieron el 8 de septiembre de 1931. El alzamiento proletario había durado una semana.

Suboficial Ernesto González, presidente
del Estado Mayor que asumió
la jefatura del alzamiento.
Los dirigentes de la rebelión, todos suboficiales, fueron rápidamente juzgados y condenados, "con todo el rigor del Código Militar". Sus nombres: Suboficial preceptor Ernesto González, Cabo artillero Juan Bravo, Sargento contador Lautaro Silva, Suboficial mayor Victoriano Zapata, Suboficial mayor telegrafista Guillermo Stembecker, Cabo Manuel Bastía y Cabos despenseros Augusto Zagal y Manuel Astica.

Hubo también centenares de condenas a prisión para la marinería. Sin embargo, unos pocos meses más tarde (junio de 1932), iba a estallar otro movimiento revolucionario, esta vez en la jefatura superior de la Fuerza Aérea. Instaurada la "República Socialista" por obra y gracia de un golpe cívico-militar de izquierdas, se concedió inmediatamente el indulto y la amnistía a los marineros presos por causa de la sublevación de septiembre. De reos pasaron a ser héroes populares, y su aventura insurreccional pasó a los anales de la historia obrera iluminada por una aureola de gloria. Los marineros rusos habían logrado sublevar un solo navío, el acorazado "Potemkin", en vísperas de la revolución, y el episodio se contaba entre las epopeyas más grandes del proletariado mundial. Los chilenos habían insurreccionado a 23 naves y tripulaciones, incluído el buque insignia de la Armada.

En los decenios siguientes, marcados por el fuerte ascenso de las fuerzas socialistas y comunistas de Chile, este episodio sería recordado con orgullo y contado con ribetes de leyenda por agitadores, líderes y activistas sindicales.